La Fundación de Manuel Ventura Figueroa, única fundación del Antiguo Régimen.
Galicia tiene la fundación más antigua de España y, según el patronato que vela por ella, la más anciana del mundo. Es probable, porque nació en 1784 y cinco años después la Revolución Francesa destruyó los recios cimientos del Antiguo Régimen, que luego se fue desmoronando, con todo su equipaje, en Occidente. Manuel Ventura Figueroa (Santiago, 1708-Madrid, 1783), patriarca de las Indias, arzobispo de Laodicea (antigua ciudad turca próxima a Denizli), nació y vivió en el Hospital Real de Compostela, el hostal de los Reyes Católicos, donde trabajaba su padre como barbero sangrador. Era de familia pobre, pero se metió a cura y llegó a gobernador del Consejo y la Cámara de Castilla, el presidente del Gobierno de entonces.
Metió mano en casi todas las leyes de la época, expulsó de España a los jesuitas, construyó carreteras, asilos, escuelas, e instituyó algo parecido a unas becas matrimoniales: dotes económicas para ayudar a casarse a las mujeres pobres. Entre otras muchas cosas, pasó a la historia porque negoció el concordato de 1753 con la Santa Sede, por el que obtuvo de Benedicto XIV el derecho de Patronato Universal, tan beneficioso para la Corona. Al enterarse, el rey, Fernando VI, comentó que le parecía increíble que, "siendo gallego", hubiese conseguido tanto.
Pero por lo que de veras trascendió su figura y sigue viva el año en que se cumplen los tres siglos de su nacimiento es por su última voluntad. En su testamento, Ventura Figueroa, que en realidad era Manuel Benito Ventura Cabanelas Barreiro, eligió el apellido de su abuela materna y dejó claramente explicado a sus albaceas cómo debían organizar una fundación que, con un capital inicial (custodiado por tres llaves) de 6.037.040 reales con 17 maravedíes y medio de vellón, debía ser capaz de dar estudios y dote para el casorio, o para vestir los hábitos, a todos sus parientes pobres. Tendrían prioridad las huérfanas, y, si era posible, también habría que repartir entre los más menesterosos, aunque no fuesen parientes, de las parroquias de sus abuelos: San Vicente de Vigo, Santa María de Xanza, San Pedro de Tenorio y Santiago de Viascón.
Hoy al mediodía, en el Museo Pedagóxico de Galicia, en Santiago, 15 universitarios recibirán becas de hasta 3.000 euros porque han demostrado que sus antepasados entroncan con el gigantesco árbol genealógico de Ventura Figueroa. Un carballo centenario que dejó pintado en 1890 Eugenio Montero Ríos, uno más de los 8.000 parientes del patriarca de las Indias que, desde 1784, han ido apareciendo en todo el mundo, la mayoría en Galicia. Se llaman a sí mismos "los figueroístas" y mantienen una relación extrañamente familiar aunque procedan de los polos opuestos del ramaje, porque todos comparten un tío al que, por cierto, admiran.
Figueroístas que estudiaron gracias a las becas del arzobispo de Laodicea fueron también Bouza Brey, Cunqueiro, Filgueira Valverde, o la madre de Mariano Rajoy, Olga Brey, y el padre del regatista Pedro Campos, Marcial Campos Fariña. En todo este tiempo, la fundación sufrió muchos altibajos. Tal y como cuenta el que ahora es su juez protector, el ex conselleiro de la Presidencia Dositeo Rodríguez, en 1884, "la fundación estaba casi a cero, pero Montero Ríos la reconstituyó". Durante el siglo XX estuvo en manos del Estado, hasta que el primer día de 1995 se hizo efectivo el traspaso a Galicia. "Si no fuera por la Xunta", defiende el político del PP, "la Ventura Figueroa hubiera desaparecido, porque el Gobierno central no se hacía cargo, había dejado de repartir becas y aquello estaba en estado latente". En estos 13 años, según Rodríguez, la gestión económica llevada a cabo por un ex directivo del Pastor, Antonio Sánchez, ha engrosado el patrimonio de la fundación hasta 1,5 millones de euros: "El dinero estaba casi todo metido en títulos. Sánchez fue comprando y vendiendo acciones y así casi ha logrado duplicar los fondos que había en el 94".
Bajo la tutela de la Xunta, el patronato de la fundación, presidido por el conselleiro de Educación de turno, aúna a políticos, cargos universitarios y figueroístas. El más cercano al tronco central de todos los vivos es el llamado "patrón de sangre", hoy Joaquín Barreiro, un vecino de Nigrán, y de dilucidar si los aspirantes a las becas son auténticos figueroístas se encargan la pontevedresa Adela Rey y sus dos hijos, que buscan "el entronque" en el viejo árbol con las partidas de los tatarabuelos. Según Adela, que lleva muchos años observando los resultados de los nuevos figueroístas, "los descendientes de la rama paterna del fundador sacan mejores notas que los que vienen de su madre.
Galicia tiene la fundación más antigua de España y, según el patronato que vela por ella, la más anciana del mundo. Es probable, porque nació en 1784 y cinco años después la Revolución Francesa destruyó los recios cimientos del Antiguo Régimen, que luego se fue desmoronando, con todo su equipaje, en Occidente. Manuel Ventura Figueroa (Santiago, 1708-Madrid, 1783), patriarca de las Indias, arzobispo de Laodicea (antigua ciudad turca próxima a Denizli), nació y vivió en el Hospital Real de Compostela, el hostal de los Reyes Católicos, donde trabajaba su padre como barbero sangrador. Era de familia pobre, pero se metió a cura y llegó a gobernador del Consejo y la Cámara de Castilla, el presidente del Gobierno de entonces.
Metió mano en casi todas las leyes de la época, expulsó de España a los jesuitas, construyó carreteras, asilos, escuelas, e instituyó algo parecido a unas becas matrimoniales: dotes económicas para ayudar a casarse a las mujeres pobres. Entre otras muchas cosas, pasó a la historia porque negoció el concordato de 1753 con la Santa Sede, por el que obtuvo de Benedicto XIV el derecho de Patronato Universal, tan beneficioso para la Corona. Al enterarse, el rey, Fernando VI, comentó que le parecía increíble que, "siendo gallego", hubiese conseguido tanto.
Pero por lo que de veras trascendió su figura y sigue viva el año en que se cumplen los tres siglos de su nacimiento es por su última voluntad. En su testamento, Ventura Figueroa, que en realidad era Manuel Benito Ventura Cabanelas Barreiro, eligió el apellido de su abuela materna y dejó claramente explicado a sus albaceas cómo debían organizar una fundación que, con un capital inicial (custodiado por tres llaves) de 6.037.040 reales con 17 maravedíes y medio de vellón, debía ser capaz de dar estudios y dote para el casorio, o para vestir los hábitos, a todos sus parientes pobres. Tendrían prioridad las huérfanas, y, si era posible, también habría que repartir entre los más menesterosos, aunque no fuesen parientes, de las parroquias de sus abuelos: San Vicente de Vigo, Santa María de Xanza, San Pedro de Tenorio y Santiago de Viascón.
Hoy al mediodía, en el Museo Pedagóxico de Galicia, en Santiago, 15 universitarios recibirán becas de hasta 3.000 euros porque han demostrado que sus antepasados entroncan con el gigantesco árbol genealógico de Ventura Figueroa. Un carballo centenario que dejó pintado en 1890 Eugenio Montero Ríos, uno más de los 8.000 parientes del patriarca de las Indias que, desde 1784, han ido apareciendo en todo el mundo, la mayoría en Galicia. Se llaman a sí mismos "los figueroístas" y mantienen una relación extrañamente familiar aunque procedan de los polos opuestos del ramaje, porque todos comparten un tío al que, por cierto, admiran.
Figueroístas que estudiaron gracias a las becas del arzobispo de Laodicea fueron también Bouza Brey, Cunqueiro, Filgueira Valverde, o la madre de Mariano Rajoy, Olga Brey, y el padre del regatista Pedro Campos, Marcial Campos Fariña. En todo este tiempo, la fundación sufrió muchos altibajos. Tal y como cuenta el que ahora es su juez protector, el ex conselleiro de la Presidencia Dositeo Rodríguez, en 1884, "la fundación estaba casi a cero, pero Montero Ríos la reconstituyó". Durante el siglo XX estuvo en manos del Estado, hasta que el primer día de 1995 se hizo efectivo el traspaso a Galicia. "Si no fuera por la Xunta", defiende el político del PP, "la Ventura Figueroa hubiera desaparecido, porque el Gobierno central no se hacía cargo, había dejado de repartir becas y aquello estaba en estado latente". En estos 13 años, según Rodríguez, la gestión económica llevada a cabo por un ex directivo del Pastor, Antonio Sánchez, ha engrosado el patrimonio de la fundación hasta 1,5 millones de euros: "El dinero estaba casi todo metido en títulos. Sánchez fue comprando y vendiendo acciones y así casi ha logrado duplicar los fondos que había en el 94".
Bajo la tutela de la Xunta, el patronato de la fundación, presidido por el conselleiro de Educación de turno, aúna a políticos, cargos universitarios y figueroístas. El más cercano al tronco central de todos los vivos es el llamado "patrón de sangre", hoy Joaquín Barreiro, un vecino de Nigrán, y de dilucidar si los aspirantes a las becas son auténticos figueroístas se encargan la pontevedresa Adela Rey y sus dos hijos, que buscan "el entronque" en el viejo árbol con las partidas de los tatarabuelos. Según Adela, que lleva muchos años observando los resultados de los nuevos figueroístas, "los descendientes de la rama paterna del fundador sacan mejores notas que los que vienen de su madre.
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